El vulcanólogo atlixquense Javier Salgado Pareja
se encuentra involucrado en distintos estudios sobre la actividad del
Popocatépetl y en la construcción de una red para monitorear los sismos en el estado
de Puebla.
Por:
HÉCTOR ESTRADA CASAS
Al
explicar la etapa actual del volcán Popocatépetl, el vulcanólogo Javier Salgado
Pareja indicó que en términos de escenario eruptivo, no se puede decir que se
apartarán mucho de lo establecido tanto la frecuencia de las emisiones de
ceniza, como el número de temblores y la altura de las columnas eruptivas. Sin
embargo aseguró que monitoreos que realiza con colegas japoneses, pueden ayudar
a pronosticar explosiones con 24 horas de anticipación.
¿Qué colapsa al domo?
En
entrevista con Re ENCUENTRO, el
científico atlixquense se apoyó en distintas manifestaciones que tienen que ver
con el comportamiento del volcán, y poder explicar cada uno de los estudios en
los que se encuentra involucrado en este momento.
Aclaró
por ejemplo que un volcán no se explica de manera sencilla como es que su
actividad tenga que ver con que el domo tape el conducto. El domo, explicó,
mantiene un estado semisólido que además de permitir apreciar el fulgor nocturno,
lo que llega a colapsarlo son sismos de explosión producidos por gas en
expansión que asciende por el conducto, es decir, “el domo no es destruido por
el incremento de presión, sino por la vibración tan poderosa que viaja desde la
parte inferior hasta la parte superficial”.
Este
mecanismo, dijo, es el que precede a las grandes explosiones que ha tenido el
Popo, y por lo tanto es sobre el que ha estado trabajando con avances que lo
muestran.
Las mareas terrestres
También
informó que trabaja con vulcanólogos de Tokio en lo que son las mareas
terrestres, muy similares a las de los océanos, con una frecuencia durante el
día y la noche, pero que son de magma en el interior de la Tierra. “Cuando
tenemos los picos en estas mareas terrestres, hemos encontrado que coinciden
con el número de temblores por hora, y también con el número de emisiones que
tenemos cada mes”.
Este
mecanismo, añadió, “es bastante periódico” y “nos puede ayudar hacer
pronósticos sobre la erupción del volcán”, aunque debe tomarse en cuenta que “hacer
predicción no es posible en la Geofísica, ni en erupciones, ni en sismos porque
hay muchas variables implicadas y sus combinaciones pueden ser miles”, lo que
significa que entre más parámetros se monitoreen, más complejo se hace poder
llevar a cabo pronósticos.
Pulsos térmicos
Agregó
que con los vulcanólogos japoneses también trabaja sobre pequeños pulsos en el
incremento de la temperatura, con un satélite especializado que mide la
temperatura al interior del cráter, “y hemos visto que esos pulsos térmicos
preceden con cerca de 24 horas de anticipación a las actividades explosivas (…)
el trabajo que realizamos es desde 1994 y creo estamos en condiciones de llevar
a cabo pronósticos más certeros”.
—¿Entonces
en este caso pueden pronosticar una explosión hasta con 24 horas de
anticipación?
—En
el caso nuestro, aclaro. No estoy haciendo la chamba del Cenapred, ellos son
una instancia federal, tienen su trabajo muy aparte y yo te menciono los
avances por nuestra parte, el grupo de colegas de Tokio, y no queremos interferir.
Estamos aquí básicamente para sumar esfuerzos y no restar.
—Por
eso, ¿sí se puede hacer un pronóstico 24 horas antes?
—Por
supuesto; y también podemos medir el poder de las explosiones a partir de los
tremores volcánicos. Hay técnicas bastante avanzadas como la tomografía, y en
coordinación con la Universidad de Estrasburgo, Francia y la UNAM ya le hemos
hecho al Popo una tomografía para saber de dónde viene exactamente el flujo de
magma.
La vulnerabilidad
de Atlixco
Observó
que Atlixco ha incrementado mucho su población y su infraestructura alrededor
del volcán, y en términos de riesgo, citó, la definición académica es la
amenaza multiplicada por la vulnerabilidad. “Estamos hablando de un incremento
gradual de riesgo a medida que la infraestructura socioeconómica de la región
se incremente. El riesgo se define en términos de la vulnerabilidad, no en
términos de la amenaza volcánica, que es un valor constante. Así que entre más
se le invierta a Atlixco, lo hacemos más vulnerable”, por lo que valoró que los sistemas de monitoreo son necesarios como mecanismos de protección de la actividad socioeconómica.
Esta es la etapa más larga
de actividad volcánica
—¿La
actividad se ha incrementado en los últimos 30 años?
—No
tiene ya la energía para volar en mil pedazos, aunque hay que tener mucho
cuidado. Lo que me llega a preocupar es que se ponga activo con una explosión
cuando tiene nieve. Es un escenario que no se ha contemplado en el que se
pueden producir flujos de lodo. Creo la gente se quedó con el modelito del
glaciar, de que alguna explosión pudiera fundirlo cuando el glaciar ya no existe.
—Esta
etapa ya de 30 años que presenta el volcán ¿es la etapa más prolongada que se registra?
—Una
muy importante fue en el año 1921, pero hablamos de máximo tres meses. Después
una en el 42 de casi tres semanas. Entonces sí podemos hablar de que esta es la
etapa más prolongada.
—¿Y
qué debemos entender de esta etapa prolongada?
—Es
un nuevo escenario y que no nos extrañe si está activo 50 o 60 años. Tenemos
que monitorearlo de todas maneras con todos los medios posibles y el monitoreo
idóneo de un volcán es desde el espacio hasta el subsuelo (…) un nuevo trabajo
que se está implementando en Japón es utilizar los rayos cósmicos que todo el
tiempo atraviesan el planeta como si fuera una mantequilla. Lo que se hace es
establecer una serie de sensores en la periferia del volcán y captar los rayos
en todas las direcciones.
La Red
Javier
Salgado dio a conocer por otro lado que con el programa denominado Red Sísmica
de Alta Eficiencia del Estado de Puebla, se busca monitorear todos los
temblores que puedan afectar al estado poblano, siendo Atlixco en un inicio el
punto de partida.
Detalló
que este programa contempla sensores diseñados con una tecnología de sistemas
microelectrónicos, similares a los que se instalan en los satélites artificiales,
y que los hacen únicos en el mundo la medición de tres componentes. “Éstos
están orientados a estudiar todos los efectos de los sismos en primera instancia
en la región de Atlixco y no propiamente al estudio del Popo, por la distancia”.
En
concreto, señaló, en los inicios de esta red se tratará de monitorear el
comportamiento de las construcciones históricas como son los templos religiosos.
Comunicó
que la red contempla hasta 256 sensores, de los cuales el primero de cinco considerados para Atlixco
ya fue instalado en el CBTis 16 de esta ciudad, estimándose que la mayoría de
éstos se coloquen en la región mixteca.
Dijo
que también se contempla que los sensores se puedan conectar a Internet con el
fin de que la información sobre un sismo positivo la concentre instantáneamente
en una supercomputadora ubicada en la Universidad de Berkeley, California para
que los sismos sean detectados de manera rápida y la información se envíe de
regreso, lo que “es de importancia capital porque permitirá estudiar los
precursores que siempre ocurren antes de temblores importantes”.
Refirió
el temblor de Tehuacán en el año 1999 que tuvo precursores, pero por la
lamentable ausencia de instrumentación científica no pueden ser estudiados. “Lo
importante, pues, es que tengamos cubierta la mayor parte del territorio
poblano y esto nos pueda permitir llevar a cabo pronósticos y trabajar de
manera muy estrecha en la parte social para poder tomar las medidas adecuadas”,
de ahí que calificó a esta red de tecnología cibersocial.
Y
es que el vulcanólogo en este tema se adentró todavía más en los detalles:
”Yo
creo que todos tenemos un celular y acceso a las redes sociales. Con estos
mecanismos en mente fue que generamos la red, es decir, si algún voluntario quiere
albergar un sensor en su casa, se lo podemos facilitar para instalarlo en su
computadora. Son equipos muy pequeños que no implican molestia al usuario y con
los que puede estar contribuyendo en base a una red cirbersocial a la
observación de la Tierra”.
—¿Qué
tanto conoce esto la autoridad en Atlixco?
—Hasta
el momento no hemos tenido la oportunidad de acercarnos, no ha habido todavía
alguna disposición, tal vez porque no hemos encontrado el mecanismo más
funcional que permita sobre todo involucrar, no tanto concientizar, pero
intentaremos llevar a cabo los contactos necesarios para que el gobierno local
se pueda involucrar.
—¿Es
costosa esta red?
—Los
primeros cinco sensores que se contemplan para la región de Atlixco tienen un
costo de alrededor de un millón de pesos (…) pero estos primeros sensores
serían una aportación voluntaria mía a través de la Fundación Eloise G, ubicada
en Los Ángeles, California y de la universidad de Puebla. +